LA SONRISA DEL ESPÍRITU: "EL MEJOR MAESTRO"


LA SONRISA DEL ESPÍRITU

HISTORIAS Y ANÉCDOTAS SOBRE EL HUMOR
EN LA RELIGIOSIDAD


Un monje se llamaba a sí mismo “el maestro del silencio”. En realidad era un impostor y carecía de verdadera comprensión. Con el fin de vender su Zen fraudulento, tenía junto a sí dos elocuentes monjes asistentes, que contestaban por él las preguntas, pero él mismo nunca pronunciaba una palabra como si de esta manera quisiera demostrar su inescrutable “silencio Zen”.

Un día, en ausencia de sus dos asistentes, un monje peregrino, se le acercó y preguntó: “Maestro, ¿quién es el Buda?”

Al no saber qué hacer o qué contestar, en medio de su confusión, se puso a mirar desesperadamente en todas las direcciones -al este y al oeste, aquí y allá- en busca de sus ausentes voceros.

El monje peregrino, satisfecho al parecer, le preguntó: “¿Qué es el dharma?” Tampoco pudo contestar esta pregunta, de modo que miró primero al techo y después al suelo, pidiendo ayuda al cielo y al infierno.

Nuevamente preguntó el monje: “¿Qué es el sangha?” Ante esto, el “maestro del silencio” no pudo hacer otra cosa que cerrar los ojos. Por último, el monje preguntó: “¿Qué es la beatitud?”

Desesperado, el “maestro del silencio” extendió sus brazos hacia el interrogador en un gesto de rendición. Pero el monje peregrino quedó muy contento y satisfecho de la entrevista, dejó al “maestro” y continuó su viaje.

En el camino el peregrino se encontró con los dos monjes asistentes que regresaban, y empezó a contarles con entusiasmo que el “maestro del silencio” era un ser iluminado.

El peregrino dijo:

“Le pregunté qué era el Buda. En seguida volvió la cabeza al este y luego al oeste, queriéndome dar a entender que los seres humanos siempre están buscando al Buda por aquí y por allá, pero que en realidad el Buda no se puede encontrar ni en el este ni en el oeste.

“Luego le pregunté qué era el dharma. En contestación a esta pregunta me miró de arriba a abajo, queriendo dar a entender que la verdad del dharma es una totalidad de igualdad, dado que no hay diferencia entre lo alto y lo bajo ya que pureza e impureza pueden ser encontradas en ambos lugares. Al responder a mi pregunta de qué cosa era el sangha, se limitó a cerrar los ojos y no dijo nada. Esto era una insinuación del dicho célebre:

“Si puedes cerrar los ojos y dormir profundamente en las hondas grutas de las montañas
envueltas en nubes, entonces eres un gran monje”.

“Finalmente, al contestar a mi Última pregunta: ¿Qué es la beatitud?, extendió los brazos y me mostró sus manos ante mí. Esto quería decir que extendía sus manos de ayuda con el fin de orientar a los seres sensibles con sus bendiciones. ¡Oh, qué maestro tan sabio! ¡Cuán profunda es su enseñanza!”


Cuando los monjes asistentes llegaron, el “maestro del silencio” les hizo reproches en esta forma: “¿Dónde os habíais metido? ¡Hace un instante estuve en un gran aprieto, y casi me he arruinado, por culpa de un peregrino preguntón!

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