la terrible sonrisa de Einstein...



«Se sentía muy incómodo en la escuela», escribió la hermana de Albert Einstein. Él consideraba repugnante el estilo de enseñanza: aprendizaje de memoria, impaciencia frente al cuestionamiento… «El tono militar de la escuela, el entrenamiento sistemático en el culto a la autoridad que se suponía que acostumbraba a los alumnos a la disciplina militar a temprana edad, resultaba particularmente desagradable».

La aversión que sentía por cualquier clase de reglamentación hizo que su educación en la escuela de secundaria de Múnich resultara cada vez más fastidiosa y polémica. 

El aprendizaje mecánico que allí se practicaba —se quejaría— «parecía muy similar a los métodos del ejército prusiano, donde se alcanzaba una disciplina mecánica mediante la ejecución repetida de órdenes sin sentido». En años posteriores, Einstein compararía a sus maestros con los miembros del ejército. 

«Los maestros de la escuela elemental me parecían sargentos de instrucción —diría—, y los de la escuela de secundaria, tenientes».


Este desdén por la autoridad no le granjeó precisamente las simpatías de los «tenientes» alemanes que le enseñaban en su escuela. 

Como resultado, uno de sus profesores proclamó que su insolencia le convertía en una persona molesta en clase

Cuando Einstein insistió en que él no había cometido ninguna ofensa, el maestro le replicó: «Sí, es verdad, pero se sienta usted ahí en la última fila y sonríe, y su mera presencia erosiona el respeto que me debe la clase».

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