DISCUTIENDO A MUERTE... PERO CON HUMOR...



«En toda la historia del pensamiento humano no hay mayor diálogo que el que tuvo lugar durante años entre Niels Bohr y Albert Einstein sobre el significado del cuanto», afirma el físico John Wheeler, que estudió con Bohr. Por su parte, el filósofo social C. P. Snow aún iba más lejos: «Jamás se ha llevado a cabo un debate intelectual más profundo», proclamaba.

Su disputa abordó el núcleo fundamental del diseño del cosmos: ¿había una realidad objetiva que existía independientemente de que nosotros pudiéramos observarla o no?, ¿había leyes que restauraban la causalidad estricta en los fenómenos que parecían intrínsecamente aleatorios?, ¿había algo predeterminado en el universo? 

Durante el resto de su vida, Bohr farfullaría de rabia ante sus reiterados  fracasos a la hora de tratar de convertir a Einstein a la mecánica cuántica. «¡Einstein… Einstein… Einstein!», murmuraba exasperado después de cada encuentro. Pero se trataría de una discusión realizada con profundo afecto, e incluso con gran sentido del humor

En una de las numerosas ocasiones en las que Einstein declaró que Dios no jugaba a los dados, fue Bohr quien le dio una réplica que llegaría a hacerse célebre: 

«¡Einstein, deje de decirle a Dios lo que tiene que hacer!».

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