NO ENTENDER LA RELATIVIDAD Y SER FELIZ IGUAL



Al llegar a Estados Unidos, Einstein y su segunda esposa Elsa (que a la vez era su prima), fueron interceptados por muchos periodistas, que le hicieron una gran cantidad de preguntas al gran científico. 

Al finalizar la última, Einstein hizo gala de su extraordinario humor. 

—Bueno, espero haber aprobado el examen —concluyó Einstein con una sonrisa.

Cuando se marchaban, le preguntaron a Elsa si ella entendía la relatividad. 

¡Qué va! ¡Y eso que me la ha explicado muchas veces! —respondió ella—. Pero no es necesaria para mi felicidad.

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