EL FALSIFICADOR QUE PINTABA CUADROS MEJORES QUE LOS ORIGINALES...



Hans van Meegeren (1880-1947), vendedor de cuadros holandés, urdió una de las estafas más fabulosas de la historia del arte europeo que lo convirtió en un millonario y audaz galerista. 

En 1928 el mundo del arte se vio consternado por la aparición de una obra maestra del pintor holandés Jan Vermeer. La pieza había sido descubierta en Italia y vendida a un museo holandés a través del marchante van Meegeren, que al mismo tiempo se había ocupado de realizar una perfecta falsificación. 

Pero la venta de una de sus falsificaciones de Veermer —había realizado 14 excelentes copias de pintores flamencos y holandeses— al jerarca nazi Hermann Goring pudo haberle costado la libertad. 

Durante la Segunda Guerra Mundial van Meegeren vendió a Góring una réplica falsa de Cristo con la mujer adúltera, de Veermer por la que el alemán pago 30 millones de marcos. 

Al final de la contienda mundial los aliados requisaron la colección de arte de Goring escondida en una mina de sal alemana. Entre los cuadros se hallaba la falsificación de van Meegeren con toda la documentación que ponía en evidencia al marchante holandés. 

La policía se dirigió entonces a su galería para detenerle por traición a la patria pues había vendido una obra del patrimonio nacional al enemigo. Van Meegeren se justificó diciendo que, para salvar el original, le había vendido a Góring una falsificación. 

Era una excusa difícil de creer. 

Sólo tenía dos salidas: la condena a muerte o la cadena perpetua, pero cuando se hallaba ante el tribunal propuso un trato: pintaría una réplica exacta de una obra maestra del arte holandés y demostraría con ello que era un falsificador

Recibió una oportunidad. 

Lo encerraron en un estudio convertido en cárcel y de sus trazos surgió una nueva obra maestra como había hecho en 1938 con La Última cena y El Cristo de Meaux, exhibidas en el museo Boymans, y consideradas por muchos críticos mejores que el original. 

El veredicto no dejó lugar a dudas: un año de prisión. 

Cumplida la pena, van Meegeren no pudo disfrutar de la libertad pues falleció al poco tiempo de salir de prisión.

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