EL HOMBRE QUE CONOCÍA EL FUTURO... Y NO SE ENOJABA...



Xantipa reprendía frecuentemente a Sócrates, y a veces lo hacía con insultos. En una oportunidad, le gritó agriamente, Sócrates la miró con serenidad, y optó por salir a la calle, y en la calle se sentó, pero en un minuto apareció Xantipa con un barreño de agua sucia, y se lo arrojó a su marido. 

Éste, ni siquiera se inmutó, miró a Xantipa, y dijo: "no es de extrañar que tras los truenos, llegue la tormenta".

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